Érase una vez, una señora que tuvo cuatro hijas con su marido Manuel. Juliana, se quedó viuda joven, y aunque a tres de sus cuatro hijas las tenía criadas, todavía tuvo que sacar adelante a una cuarta que tenía apenas 15 años.
Señora humilde, que era todo generosidad, y que lo poco que tenía lo compartía y se lo daba a sus hijas y nietos.
Aún la veo esperándome a la salida de mis clases de inglés, que estaban enfrente de su casa, toda vestida de negro, con su moñete blanco, con un frío del carajo, y con un paquete de galletas con chocolate, esperando a que le diera un beso.
Hasta el día que murió, con su ganchillo, su periódico y sus revistas y con unas ganas de poder volver a su casa, que era donde mejor estaba.
Y esta receta, por más que sus hijas y sus nietas podamos preparar, a nadie le saldrá como la hacía mi abuela.
Seguro abuela, que hoy la estarás cocinando allá donde estés, a tu marido y las nuevas visitas que han llegado hace poco por allí, y que con toda seguridad te habrán pedido en cuanto te hayan visto.
Ingredientes:
-1/2 pollo troceado
-1 botellín de cerveza o un vaso de coñac
-1/2 cebolla grande
-1 pimiento verde
-harina para rebozar
-aceite de oliva
-sal y pimienta
Preparación
Salpimentar el pollo, enharinar y freír en aceite de oliva a fuego medio-fuerte para sellarlo. Retirar el pollo y reservar.
En ese mismo aceite a fuego lento, pochar la cebolla y el pimiento verde picado. Dejar hasta que esté todo pochado.
Echar los trozos de pollo reservados y rociar con el botellín de cerveza, dejar que se evapore el alcohol.
Si os resulta un sabor un poco fuerte el de la cerveza o no estáis acostumbrados, sustituir parte de la cerveza, por caldo de pollo o agua. También podeis poner coñac, si os gusta mas ese toque (mi abuela también lo hacía así)
Dejar cocer a fuego lento, tapado, durante media hora aproximadamente.
Rectificar de sal.
Mi consejo es dejarlo preparado el día de antes, para que como todos los guisos gane en sabor.
Espero que lo disfrutéis.